
La capital francesa pone sus ojos en el gigante asiático; los desfiles cada vez están más plagados de periodistas y clientes orientales (la temporada pasada un adolescente sacado de un manga me decía que era yo, mostrando en su mano una invitación con mi nombre escrito. Me costó que lo entendiera y acabó sentado a mi lado, ¿quién lo iba a echar?), y los diseñadores hacen sus colecciones con guiños hacia el Este. Ya lo habíamos visto en las pasarelas femeninas (Chanel o Dior presentaron en Shanghái) y ahora le toca el turno al hombre.
Louis Vuitton nos mostró una vez más al hombre contemporáneo de líneas sencillas y colores neutros al que nos tiene acostumbrados. De corte clásico, juega con el uso de materiales como lona, nylon o piel y los mezcla sin miedo dando lugar a una colección rica en texturas.
El toque oriental, -salvo un par de bolsos en piel invocando al dragón-, va a cargo de la actitud más que de la ropa. Los tatoos que lucían los modelos lo aseveran.
Al ritmo de una marcha militar made in Wong Kar Wei, Dior Homme nos transportó al reino de Xian; un desfile de guerreros uniformados en los básicos de la casa (negro, gris y arena) con la grata aparición del azul marino con vistas a quedarse. Trajes monocromáticos de tejidos finos y cortes limpios y precisos, podrían ser sin duda el uniforme del nuevo samurai.
http://www.youtube.com/watch?v=GLHBmPT80BATeniendo en cuenta que es la lógica del mercado en la situación global en la que nos encontramos, la moda, como marca la tendencia, no iba a quedarse atrás.
(por Berta Álvarez)